22 septiembre 2006

Te estamos llamando, Señor

"Te estamos llamando, Señor.

Porque seis días trabajaste y al séptimo descansaste. Esa fue tu enseñanza: apartar un día para tu honra. Por eso, hoy, mujeres y hombres de este barrio dejamos nuestros trabajos y llegamos hasta esta casa para pedirte que te quedes con nosotros.

Pero, en una esquina con semáforo, en (el barrio porteño de) Mataderos, hoy trabaja Cachito, un pibe de ocho años, con su esponja y baldecito limpiando vidrios de los autos.
Por eso te imploramos, Señor, ¡míralo!

A la salida de una enorme iglesia de (el barrio porteño de) Recoleta, trabaja Dorita, ella está en la escuela primaria, pero hoy vende estampitas a todos los que salen del templo.
Por eso te rogamos, Señor, ¡cuídala!

En una tierra lejana, aunque muy cerca de donde nació Jesús, tu Hijo, Mohamed el carpintero, llora y maldice mientras termina su trabajo: es una pequeña caja de madera. Hoy deberá entregar doce cajas más para enterrar a los chicos que mató el misil que cayó ayer en el pueblo.
Por eso te pedimos, Señor, ¡consuélalo!

Ya lo ves, llegamos con algún cansancio y el corazón herido.
Porque pese a tantas maestras y maestros abnegados, a tanta enfermera y médico esforzado, a tantas madres y padres amorosos, todavía toleramos a esos que esclavizan, que humillan y que matan a nuestros niños.

Por esta culpa vieja que arrastramos, por todo el desvelo que merecen nuestros pibes, por esta deuda que tenemos con la vida, te rogamos humildemente, casi avergonzados, no nos dejes solos, Señor.

Ven a acompañarnos, necesitamos tu consuelo o tu juicio, pero no nos niegues tu presencia. ¡Con ansias esperamos tu Palabra y el vuelo de tu Santo Espíritu para que nos deje tu paz!

Te invocamos, Señor. ¡Amén!"

Hugo R. Tisera
Red de Liturgia del Consejo Latinoamericano de Iglesias

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