99 ovejas
Hace unos días me quedé pensando en la parábola de la oveja perdida. Aquella historia, entre otras, que Jesús contó a quienes le reprochaban el juntarse con la "chusma".
no deja las noventa y nueve en el desierto,
y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?" (Lucas 15:4)
Una oveja se pierde, el pastor va en su búsqueda, la encuentra, se llena de alegría, regresa y celebra con sus amigos el acontecimiento. La historia es hermosa, aunque contiene un detalle escalofriante. Considerando al desierto como un sitio inseguro y peligroso, no es el mejor lugar para un grupo tan grande de ovejas carentes de cuidado.
Pensando ahora en la iglesia como una comunidad de gente enviada, me pregunto ¿no será que por causa de la inercia, la levedad, el conformismo, el sectarismo, la apatía... nos estamos convirtiendo lenta e imperceptiblemente en 99 ovejas solitarias dejadas en el desierto?
La Palabra de Dios da testimonio de que el pastor sigue buscando la que se encuentra perdida.

Jesús prometió a los perseguidos por causa de la justicia una gran recompensa en los cielos. No puedo esperar tal galardón. Mi vocación profética es simbólica, con poca densidad. Siempre encontré más fácil criticar que involucrarme. Me olvido que el movimiento desencadenado por Rosa Parks contra las leyes racistas del sur de Estados Unidos sólo progresó porque Martin Luther King no tuvo miedo de marchar por las calles de Alabama. El apartheid de Sudáfrica sólo fue desmantelado porque el obispo anglicano Desmond Tutu resolvió transformar sus sermones en acción política y el metodista Nelson Mandela pasó 30 años en la cárcel.












