27 marzo 2005

Pascua

Pasión. Sufrimiento. Muerte. Resurrección.
Percibo en mí una cierta dificultad al escribir este texto sobre la Pascua. No suelo caer en lugares comunes. No comparto la huida veraniega del fin de semana largo falto de reflexión. Tampoco el festín dominical del "alegrémonos y gocémonos, Jesús resucitó y aquí no ha pasado nada", muy propio de la espiritualidad posmoderna.
¿Habremos tomado tiempo para pensar en el sufrimiento de Jesús, el sufrimiento del Otro y en el sufrimiento propio? No es una tarea fácil viviendo en medio de una sociedad que nos seduce a comprar evasión, confort y bienestar en cómodas cuotas mensuales pero con un interés altísimo. Todo apunta a sentirse bien, pasarla bien, hacer la tuya... El dolor, la privación, el despojamiento, la enfermedad y la muerte están bajo censura. Muchas veces dentro de los propios círculos religiosos. Son nuestros nuevos tabúes.
El evangelio dice que 'Jesús sufrió' y nos abre la puerta del gran misterio. Misterio del Dios que por amor a la Humanidad, se da a sí mismo. Del Dios que padece, que siente física y corporalmente el daño, el dolor, la enfermedad y el castigo.
Semana Santa es el recuerdo del dolor. Del dolor de Uno, pero también del dolor de millones que han sufrido en generaciones pasadas. De aquellos que ofrendaron sus vidas pensando que nosotros podíamos hacer del mundo un lugar mejor del que ellos nos dejaron.
Es la oportunidad de tomar una conciencia proactiva frente al dolor que sufren hoy los seres humanos. Es darse cuenta que el egoísmo y el individualismo son pésimas oportunidades de inversión. Es encontrarle sentido, aquí y ahora, a aquel proverbio indio que nos impele a darnos ya que "todo lo que no se da, se pierde". Semana Santa nos ayuda a reenfocarnos y saber que el amor es la mayor fuerza vital del universo.
Semana Santa es futuro. Es proyectar con esperanza y gran expectativa nuestro encuentro con el Resucitado, pero también visualizar nuestro breve y muchas veces doloroso paso por esta vida. Ojalá, en nuestra hora de mayor aflicción, recordemas las antiguas palabras:
"Para esto fueron llamados, porque Cristo sufrió por ustedes, dándoles ejemplo para que sigan sus pasos". 1º Pedro 2:21.
¡El ha resucitado!

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