16 agosto 2006

90 años

Hoy mi abuela Angela, en Argentina, cumple 90 años. Quise compartir con ustedes algunos pensamientos que le dediqué.

Gabriel
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Gorda,

Feliz Cumple! Me gustaría mucho estar ahí, con vos, para que entre anécdotas, silencios y miradas cómplices nos riéramos un rato.

Recuerdo que cuando cumplistes los 70 te preguntabas ¿llegaré a los 80? Cuando esos esperados y difíciles 80 llegaron, otra vez tu pregunta, ¿llegaré a los 90? Me imagino lo que te estás preguntando hoy...

Lory me dice que alguien, algún día, debería de escribir tu historia. Muchos lectores quedarían fascinados, no tengo dudas. De aquella muchachita que escapó de casa siendo una niña a la bisabuela de hoy hay un camino recorrido muy largo.

Siempre supistes dar humor a cada una de tus anécdotas, aunque fueran profundamente tristes. Me recuerdo siendo un niño y vos contándome de tu paso por el circo, por el boxeo, por la cárcel, por la pobreza extrema. Siempre con una sonrisa. La dureza de la vida sólo te hizo más fuerte. Las marcas de bala en tu cuerpo son el recuerdo de aquella muchacha que vivió en la clandestinidad, la que se escapó de la policía. Siempre huyendo, hasta que un buen día la gracia de Dios te encontró.

Fuistes la compañera del abuelo, la que junto a él supo que las privaciones, la enfermedad y el dolor eran también parte de la experiencia de la fe. La que bajo las inclemencias del tiempo, de madrugada, también puso ladrillo sobre ladrillo para construir la iglesia que vio crecer a muchos, a mí entre ellos.

Hoy, a tus 90 años, con la mente todavía lúcida, como siempre, quiero decirte algunas cosas que he aprendido de vos:

* Me enseñastes a creer en mí. A creer posible lo imposible, y a que el mundo todo no puede contra la determinación de una sola persona.

* Me enseñastes a amar la libertad. Admiro tu inconformismo, el salirte de los moldes preestablecidos, el rechazar el "está todo dicho", tu rebelión contra toda subyugación. Ese "potro salvaje" que corre por tus venas, también corre por las mías. Lo heredé de vos.

* Me enseñastes que puedo ir a Dios con confianza. Ese mismo Dios que en innumerables ocasiones palpamos sobrenaturalmente, es el mismo que soporta nuestras inconsecuencias, recibe nuestros reproches, escucha nuestros cuestionamientos, tiene misericordia de éstas sus criaturas imperfectas. El mismo Dios que permanece Amigo, todo el tiempo.

Te quiero así, Gorda, con todas tus locuras y todas tus genialidades.

Deseo que Dios te bendiga hoy especialmente, celebrando la llegada de un año más.

Tu nieto,